miércoles, 11 de marzo de 2009

The life and death of Alejandro Cárdenas pt.1

Nunca eh sido alguien normal, pero cuando digo nunca es nunca, desde el momento de mi nacimiento ya me diferenciaba de los demás. Nací con algunos problemas digestivos y a los 3 meses de nacido fue mi primera visita al quirófano por mi cuenta. Siempre me pongo a pensar, mientras mucha gente sueña con haber nacido en otras épocas, desde el oeste hasta la edad media o yo que se, en mi particular caso agradezco ampliamente el haber nacido exactamente en el año que nací. Alejandro Cárdenas probablemente no seria nada mas que un recuerdo de no ser por su nacimiento en exactamente 1988.
Pero esto es solo el comienzo, les repito nunca fui exactamente alguien normal. Pasando aquella crisis y sobreviviendo al quirófano Alejandro duro el primer año de su vida durmiendo en los llamados por las mamás “porta bebe” ya que no podía dormir acostado por mi operacion y de ahí pase directamente a la llamada “andadera” por lo que nunca tuve la gracia de gatear por ahí sin razon aparente.
Justamente algunos años después de esto, es cuando comienzan mis recuerdos. El pequeño Alejandro iba al kinder y ya era notorio su gran des apego a la palabra reglas, si bien nunca fui un típico bully era porque me parecía tonto. El pequeño Alejandro cuestionaba si no le gustaba, y hay una anécdota al respecto.
Un mal día el pequeño Alex llego a su salón en el Kinder “el pato Donald” ubicado en la ciudad de Guadalajara, cuando su maestra dijo algo como esto: niños, ustedes ya no pueden bajar su lonchera al recreo, comerán aquí sus cosas y luego bajaran. Pequeño Alex dijo el equivalente a FUCK NO! Cuando tienes 4 o 5 años, y bajaba diariamente su lonchera es decir, ¿si todos los de 2do y 3er año podían porque pequeño Alex no iva hacerlo? Recuerdo perfectamente la maestra diciéndome razones como, “es que los mas grandes son abusones con ustedes” y hasta castigándome por bajar mi querida lonchera. Siempre que llegaba con un papelito en la muñeca sobre mi conducta, mi mama solo se reía y yo no entendía exactamente que sucedía, ella sabia que no era exactamente normal.
El pequeño Alex siguió creciendo, y siguió bajando su lonchera, hasta que era hora de mudarse a Culiacán. Recuerdo haber preguntado diariamente durante mucho tiempo ¿Cuándo nos vamos a Culiacán? Como solo un niño sabe hacerlo, molesto pero sin maldad alguna. Pero al fin estaba en Culiacán, ciudad la cual, fue como un reloj de bomba para lo que soy ahora. Recuerdo cursar el Kinder en uno de un elefantito amarillo que la verdad no recuerdo como se escribe en este caso sin mayor de los problemas, al contrario, tenia hasta diplomas y todo lo que podía tener un niño ejemplar al menos para sus maestros.
Cuando llego el momento, me inscribieron en la primaria del Colegio Sinaloa, alias el amo y señor de la represión creativa desde el inicio de los tiempos. Mi madre fue la de la idea, ya que ella estudio ahí y al menos sabían enseñar. La verdad nunca fui el mas inteligente, pero mi personalidad siempre me salvaba por lo que terminaba obteniendo buenas notas y que mis maestros hasta la actualidad nunca me olvidaran. Hace algún tiempo me encontré con una maestra de mi 3er año de primaria y me contó sobre como la asombraba lo contradictorio que era. Era de los mejores del salón, pero probablemente el mas desordenado y le causaba mucha gracia ver mi mochila de Batman tirada con los libros desparramados y las libretas deshojadas. Además de que al contrario de la mayoría, mi mejor amiga era una niña y se llama Araceli. En realidad como ya dije la primaria en este colegio y Culiacán eran solo una bomba de tiempo, pequeño Alex dejaba de ser tan pequeño y se gradúo de la primaria con excelencia.
Había llegado el momento de la secundaria y Alejandro como todo buen adolescente no era la persona mas segura del mundo, y así siguió durante sus primeros 2 años. El 3er año, fue un año de cambios Fernando mi primo, entro a mi escuela viniendo de una escuela bastante liberalista llamada “activa integral” por lo que probablemente el fue el encargado de encender esa mecha sofocada por este restringido lugar. Alejandro Cárdenas comenzaba a cuestionar y se sentía muy bien hacerlo. Muchas veces cuestionar por el simple placer de hacerlo era divertido. Ver a tu maestra de educación en la fe titubear ante tus preguntas era el placer mas grande del mundo. Termine mi secundaria y mi grupo de amigos era mas grande, Janeth, Araceli, Nery, Armando, Fernando, Martha y Carlitos eran los nombres que mas resonaban en mi vida, pero había uno mucho mas imperante, Alejandro estaba enamorado y tenia novia su nombre es Laura.
Ni siquiera en las relaciones fui en algún momento alguien normal y Laura aun con sus grandes y profundos ojos azules nunca fue exactamente alguien que encajaba en el molde. Siempre eh sido muy sincero y directo para decir las cosas por lo que muchas veces no lo notaba y a Laura le lastimaban mis palabras. Nuestra relación fue corta inmadura y mágica como solo es posible a los 15 años.
Tras muchas dudas sobre mi preparatoria, el oficialmente destitulado pequeño Alejandro y ahora Alejandro a secas entro a la preparatoria del TEC de Monterrey en Culiacán. Todo era un completo cambio de paradigmas, la palabra libertad existía y tus maestros no tenían 6 vidas dando clases. Durante mi primer semestre, no lograba adaptarme del todo, pero conocí a alguien bastante peculiar, Yasmin una adolescente, mayor que yo, era todo un desastre, tenia una perforación en su lengua, un tatuaje en forma de estrella en la espalda y posteriormente tendría una calavera en su espalda baja. Ella era un objeto completamente extraño para mi, y cada cosa que hacia para mi era un estudio completo. Me dedicaba a entenderla diariamente, cuando hablábamos cuando me hablaba de sus “tokadas” locas llenas de música punk, Slam, ska. Hasta que un buen día entendí, no había nada que entender, es cuestionar por cuestionar, es destruir por el simple gusto de ver que sucederá, es Punk.
Pocos semestres pasaron cuando Yasmin ya no estaba y yo seguía lo que había aprendido de ella, era irreverente, escuchaba música todo el día y cuestionaba a quien tuviera enfrente como si Alejandro fuera el amo y dueño de la verdad absoluta. Alejandro vestía de negro y usaba vans anchos y mas viejos de lo que debería ser legal, pero ni en eso logre encajar en el molde, mi ropa negra era prácticamente única al menos en Culiacán, con logos desde Mario BROS hasta the legend of zelda mi ropa era un desafío constante a quien me veía, era de nuevo una contracción. En algún momento tras volver de una clase escuche esta conversación sobre mi: ¿Bueno y el Alex que es? A lo que la otra persona solo respondió el nomás es bien raro, pero me cae bien. Yo iba a pocos metros atrás de ellas por lo que escuche toda la conversación y no pude mas que sonreír.

Segunda y ultima parte, el fin de semana(: